Los espejos reflejan las imágenes y devuelven la luz.
Los muros y las paredes devuelven los sonidos y los ruidos.
Desde una gran distancia frente a una barrera de árboles, un muro o una pared rocosa, podemos oír cómo vuelve el grito dado pocos segundos antes.
Cuando una onda sonora encuentra un muro o una pared, se refleja hacia su origen. Así nace el eco, particularmente claro si el sonido emitido es breve y las ondas sonoras llegan casi perpendicularmente a la superficie reflectora.
Las impresiones sonoras persisten en el oido durante 1/10 de segundo. No hay eco cuando la distancia recorrida por el sonido hasta el obstaculo es inferior a 17 metros, puesto que la velocidad del sonido es de 340 metros por segundo.
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