El viento que sopla en las velas desplegadas es el que hace avanzar al velero. Para dirigirlo, se orientan en las velas según la dirección del viento. Si el viento es favorable, se hacen largos recorridos. Nuestros antepasados sólo tenían este sistema para atravesar los mares.
La energía eólica es el "carburante" del velero. Sometido a la acción del viento, el velamen arrastra al barco según la dirección resultante de la fuerza propulsiva, ejercida a lo largo del eje del barco y de la fuerza de deriva, perpendicular al mismo eje. El barco no avanza nunca cara al viento, sino en zigzag, pudiendo mediante hábiles maniobras de timón y luego de velas, aprovechar más o menos el viento.
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